Aunque el que escribe no es precisamente un experto en fotografía, siempre he considerado que el retrato fotográfico es quizá la faceta más compleja y ambiciosa para un fotógrafo si bien de igual manera, puede ser la forma más eficaz y contundente de comunicar y de “tocar” a un espectador. Obviamente el triunfo de un buen retrato puede depender de muchos aspectos, empezando por lo que transmita con su expresión o su mirada el retratado, pero también es obvio que un buen fotógrafo sabe captar y extraer mucho más de lo que los ojos ven a simple vista y pueden convertir a alguien aparentemente plano o incluso vulgar, en alguien con un mensaje oculto o capaz de transmitir sentimientos normalmente invisibles.
Un buen retratista, además de ofrecer un buen trabajo artístico y técnico, contribuye de alguna manera a recordarnos un poco que somos mucho más de lo que aparentamos. De alguna manera, pueden incluso reconciliaros con nuestra propia condición humana o concienciarnos de algo que se nos pasa una y otra vez por alto.
[two_third last=»no»]En esta ocasión solo quería presentar la obra de un fotógrafo especializado en retratos: Danny Santos, un fotógrafo de Singapur que comenzó a fotografiar a personas por la calle como un simple hobby y que actualmente ha logrado un cierto renombre además de un trabajo consistente y a mi parece muy interesante. Su trabajo se centra en el retrato, en ocasiones en un sentido más clásico y en otros casos se trata de retratos urbanos y casuales. [/two_third]
[one_third last=»yes»][/one_third]
En ambos casos el fotógrafo pone claramente mucho talento esfuerzo para conseguir mostrar o mejor aún potenciar lo que esas personas de manera casual o intencionada expresan mirando al objetivo o simplemente paseando por la calle.
A pesar de vivir en una época donde todos tenemos una cámara en el bolsillo y en la que Instagram y los famosos “selfies” parecen inundar nuestra memoria de imágenes equívocamente naturales de la vida cotidiana propia y ajena, creo que no es difícil reconocer a simple vista como un buen fotógrafo marca la diferencia a la hora de plasmar cosas sencillas (o no) de forma especialmente cautivadora.